Claro, esto se trata de estar en el foco y, en cuanto cualquier cosa diminuta sucede, explota todo como si viniera el fin del mundo. Incluso, puede ser hasta un poco ridículo que le esté dando esta atención a un tema que los micrófonos lo han hecho más grande de lo que en verdad es. Un partido vino a provocar un temblor, uno pequeño que quiso desmontar una carrera atlética de las más impresionantes de nuestros tiempos. Y cuando vengo a hablar de nuestros tiempos no empecemos a discutir de la época que tanto aman y creen única e irrepetible.
Así como a mis abuelos, padres y tíos me pueden contar de los deportistas más impactantes que vieron, yo también puedo venir a platicar de cómo vivo aún impactado pasando por un video de Usain Bolt, reviviendo las medallas de Michael Phelps, asombrado de Sue Bird y, por supuesto, de lo que puede hacer LeBron James hoy a sus 36 años de edad. Para el tema de los títulos y si es más grande que uno o el otro, habrá otra oportunidad, pero esta ocasión se trata de dejar claro que un partido no es cuando “por fin empieza a dar algún síntoma de cansancio”.
El “Rey” viene de ganar un campeonato de la NBA en octubre del año pasado y, a diferencia de otras temporadas, todos estaban de vuelta después de poco más de dos meses de descanso y de vuelta a la vida normal entre viajes, concentraciones y demás logística. A cualquiera le sería “letal” ese cambio de rutina y no solo de la vida en la Asociación, sino también el manejo de minutos para jugadores que lo han pedido como Kawhi Leonard o que la reciben casi por reglamento como Giannis Antetokounpmo. Sin embargo, después de 18 años, ni una sola vez hemos visto estos panoramas alrededor de la energía de James.
Para esta campaña 2020-21, el capitán de Los Angeles Lakers arrancó el ciclo jugando un promedio de 33.3 minutos por encuentro, pero, desde este segundo mes del año e incluyendo la lesión de Anthony Davis, ello ha subido a la cantidad de 38.2 -la mayor cantidad en toda liga- y sin una sola queja. Pero bueno, me imagino que ya en este momento están pensando que es solo una defensa por no hacerlo ver mal, mas la realidad aparece en velo de no hacer menos su trabajo al leer sus estadísticas como el jugador con más canastas encestadas en lo que va del curso, el duodécimo más anotador por duelo y el octavo mejor asistente entre los 30 equipos. No hay mucho que reprocharle además de los errores que pueda tener en los tiros libres o el triple. Así que, ¿por qué viene este momento de llamarlo alguien cansado después de jugar 42 minutos en un tiempo extra perdido ante los Wizards?
Sí, los números pueden ser que no sean los de Joel Embiid y Nikola Jokic, pero también hay que pensar por momentos y a lo que aspiran LeBron y estos Lakers. Sí, también, hay una racha de tres juegos perdidos, pero todo equipo tiene esa caída, no me pueden decir hoy que los Clippers han sido perfecto, que Utah no tendrá un tropiezo antes de los playoffs o que los Sixers a todo momento lucen como el mejor conjunto del Este. Los Lakers pasan por algo, pero LeBron no es el culpable de todo y mucho menos podemos creer que su cuerpo no está a las expectativas del reto de conseguir un nuevo campeonato.
Nada de lo que ha sido esta seguidilla de partidos define ni su carrera ni lo que pueda lograr hoy de manera individual y colectiva con la franquicia angelina. Hoy quisiera imaginarme a un jugador de los 80 estando a su nivel a esta edad y con la vista a jugar por lo menos tres años más sin grandes complicaciones. También, quisiera ver cuántos tienen el tiempo de trabajo de él de cada verano o, más impactante aún, quién invierte un millón de dólares al año para tener su físico a punto.
En lugar de que lo querramos empezar a retirar, hay que ver el juego que entrega y no crear un idea que nisiquiera él se ha contemplado. Cuando una lesión no se lo permita, cuando él se crea fuera de ritmo o no se sienta en las condiciones de rendir más de 30 minutos, él, su coach y los médicos serán quienes lo digan, no nosotros que queremos dar un diagnóstico desde la pantalla.
Si todo continúa su camino, salúdenmelo en las Finales.
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