“(Para valorar la defensa se) necesitaría que la gente conociera del juego de básquetbol y mucha gente no lo conoce. Desearía que lo intentaran, pero casi nadie lo hará. Ellos creen que lo conocen, pero en realidad no tienen una sola idea. Así es esto”.
Antes de comenzar el nuevo año, los Golden State Warriors vislumbraban tintes al ataque de lo que alguna vez fueron cuando ganaron tres campeonatos en cuatro años gracias a los trucos de un mago. Sin embargo, en el otro costado eran prácticamente un desastre y más era el sufrir con el acompañamiento que les hacía la nula efectividad de Kelly Oubre en el triple. Fue hasta el 3 de enero que eso cambiaría o por lo menos tendría una cara distinta con la presencia de Draymond Green en cancha.
Para la mayoría de los que puedan estar leyendo esto, el recuerdo de esa noche tiene en los titulares la histórica danza de Stephen Curry para 62 puntos; un día inolvidable para él y los próximos relatos de uno de los mejores orquestadores que ha visto en sus duelas la Asociación. Desafortunadamente, en conjunto a esa marca, la llovizna de una “hilarante” comedia cayó sobre Green haciendo alusión al aporte ofensivo que hizo esa noche con tan solo un punto. Al momento, se me hacía incomprensible la crítica a un jugador que prácticamente estuvo fuera toda la campaña pasada y que era su primer partido en este ciclo, incluso, no solo por eso, sino que, desde mi perspectiva, al ala-pívot nunca lo hemos alabado por su función ofensiva, sino por la dominante e inteligente muralla que puede llegar a ser.
Si no mal recuerdo, hace unos meses el 90% por ciento del público estaba completamente impactado por cómo iban a poder los Lakers romper la defensa en zona del Miami Heat. Algunos ni siquiera explicación clara podían dar de cómo podrían verse totalmente superiores LeBron James y Anthony Davis ante ese parado y, hoy, parece ser que lo que se pudo aprender en esos meses sirvió para nada. Muchos aficionados de antaño entran en la pelea de los años 80 y 90 con el tema de lo dura que podía ser una defensa en la NBA y pueden tener razón, pero el juego ha evolucionado y actualmente es tan fluido como nunca lo había sido. No obstante, esto no quiere decir que el mismo juego viva de tirar.
El error del aficionado y algunos analistas en la últimas semanas -sino es que en varios años también pensando en como se scouteaa las nuevas generaciones- se ha concentrado en la desvalorización de la defensa porque se cree que, como en la NBA ya no se defiende igual, en realidad esta acción ya no existe. Si hoy no ven a un jugador que haga más de 10 puntos por partido, ellos creen que no es material suficiente para la liga. Pero, si no tengo mal centradas mis ideas, a Rudy Gobert no le pagan por ser la bomba explosiva que contra el aro es Donovan Mitchell, sino por ser uno de los mejoreros protectores de la red en el último lustro. Cuando dicen que cómo Juan Toscano tiene el nivel de estar en la competición, quisiera ver cuántos pueden encajonar en el rebote a DeAndre Jordan como él lo hizo en la primera jornada. De hecho, me encantaría saber cuántos aquí de los lectores, así como los periodistas en Estados Unidos, quedaron sorprendidos a ver la intensidad defensiva de Facundo Campazzo, uno de los recuperadores latinoamericanos más influyentes de los últimos años en Europa.
De esta manera, tanto valor tendrá un triple como cada una de las defensas que le hizo Andre Iguodala por varios años a LeBron James vistiendo los colores de los Warriors. Tanto valor tuvo cada tanto de Curry la velada del 3 de enero, como cada foul ofensivo que logró sacar Green ante Portland. Y si nos tornamos de románticos, tanto valor tuvo cada tiro de Jordan como cada tapa, cada rebote y cada buena parada que Denis Rodman y Scottie Pippen registraron en la época dorada de los Bulls.
A los nombres puedo seguir con Duncan, Garnett, Tony Allen y otros que he sido afortunado de ver, pero la realidad no es enumerar a estas figuras y cómo también su poderío tenía un gran significado a la hora de defender. Esto trata más bien de que si queremos hablar del juego que queremos, lo hagamos estudiándolo, volviendo a las bases y entendiendo que, así como se nos enseñó la mecánica de tiro, también se nos enseñó el primer día a cómo pararnos frente a un rival, a cómo desplazarnos, a cómo sacar ventajas y muchos otros fundamentos.
Sí, la defensa ha cambiado, pero no ha desaparecido. La defensa siempre será la mejor amiga para la creación de un ataque y, como buena alma vieja, no me enamoraré nunca por completo de la espectacularidad de la naranja atravesando la red, sino de las defensas que permitan ser la llave de eso y, en una que otra fortuna, la clave para la obtención de títulos.
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