Por: Carlos Morales /@CarlosMorpe
Un equipo que nadie recuerda, un equipo del que apenas hay menciones contadas en Internet, un equipo que si es googleado carece de biografía en la Wikipedia y que la misma universidad que lo formó carece de registros o archivo, un equipo que limitado pero que ponía el corazón en cada juego, esos son los Lobos Plateados de la BUAP.
Hacia el 2004, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) se animó a incursionar en la Liga Nacional de Baloncesto Profesional (LNBP) a través de una quinteta que nombró como Lobos Plateados, misma que apenas jugó una temporada para luego desaparecer y nunca más volver.
Un proyecto avalado por el entonces rector de la universidad, Enrique Doger Guerrero y que a la postre terminaría Enrique Agüera Ibáñez, daría paso a que Lobos Plateados debutara en la Temporada 2004 de la LNBP en la Zona Sur, teniendo como sede las instalaciones del Gimnasio Ignacio Manuel Altamirano, hoy Arena BUAP.
“Fui contactado por ‘Chava’ Ganem, el cual ya me conocía. Había jugado para su hermano Lalo Ganem en Algodoneros de Torreón. No dudó en llamarme y desde un principio me gustó el proyecto, venir a Puebla que es una ciudad que se juega buen nivel de básquetbol universitario”, compartió Marco Verdejo, ex capitán del equipo, quien con su dorsal #8 dotaba de “rápidez y versatilidad” al conjunto lobezno.
Verdejo dejó su hogar en Tijuana, Baja California y llegó a Lobos para seguir forjando su carrera profesional al igual que otros integrantes de la plantilla, como Luis ‘el Chupa’ Ramírez y Mario ‘la Hormiga’ Guzmán, mismos que estarían bajo las órdenes del ex seleccionado mexicano Antonio ‘Toñito’ Reyes (q.e.p.d).
También llegarían jugadores de experiencia, como Willy Pagán de Puerto Rico y Erick Freeman, jugador estadounidense que venía de coronarse con Charlotte en la 2da División de NCAA. Al igual se unieron tres estudiantes de la BUAP: Ulises Carbajal, Federico Limón y Oswaldo Ledezma.
Sin embargo, el equipo la pasó mal en la primera parte de la temporada al perder 19 de sus primeros 20 juegos, pues aunque la mayoría de los jugadores tenían carreras consolidadas, la falta de talento extranjero pesaba. En total, tuvieron 14 cambios de jugadores no nacidos en México.
“Fue una primera vuelta difícil y con muchos altibajos, principalmente por el cambio constante de jugadores extranjeros. No llegaban los idóneos y la base mexicana se mantuvo, pero cuando tienes tiempo en la Liga, en pocos juegos sabes si van a dar el ancho (los extranjeros). Tuvimos pocos juegos ganados en la primera vuelta, no recuerdo el récord”, recordó Verdejo.
Cada jugador firmaba su contrato directamente con el equipo. El equipo careció de patrocinadores potenciales, pero los sueldos rondaban en 15 mil pesos para jugadores nacionales y 20 mil para los extranjeros. Los uniformes eran maquilados por Atlética o Ardex y la LNBP era quien los proveía. No obstante, pese a ser un equipo profesional, las diferencias con el equipo de fútbol (que recién había conseguido su pase a la Primera División “A”) eran notorias, tanto en trato, apoyo, afición y difusión por medios de comunicación.
“Si bien no era de los equipos más ricos, no nos faltaba nada; vivíamos bien y tranquilos, lo cual es importante para rendir. Teníamos contratos de pagos quincenales, cada quién se arreglaba por cierta cantidad y los salarios se negociaban”.
El primer partido de Lobos BUAP fue como visitante ante los Halcones de la Universidad Veracruzana campus Xalapa con pizarra de 95-84 en favor del local; la siguiente jornada enfrentaron al mismo rival en casa, repitiendo derrota por 106 puntos a 92. Tan mal le fue al equipo, que dieciséis partidos después, obtuvo su primera victoria. Hasta entonces, registraron 1,300 puntos a favor, por 1,548 en contra.
En la segunda vuelta, de la mano del ex seleccionado mundialista argentino, Marcelo Lorenzo Richotti, el balance fue mejor aunque no lo suficiente para revertir el camino. El equipo disputó un total de 40 juegos en la temporada, donde apenas obtuvo 8 triunfos por 32 descalabros, promedio contrastante con el campeón de ese año, Santos Reales de San Luis Potosí (32-8).
Pese a los malos resultados, Marco comenta que defender la camiseta de la institución ha sido una de sus mejores experiencias de su vida, ya que la plantilla poblana siempre tenía química y unión, por lo que se dice “agradecido” por la oportunidad que le dieron para continuar su carrera y, sobre todo, ser capitán del equipo.
“Sin duda, (la BUAP) es una gran institución universitaria. Fue un orgullo representar sus colores. Siempre lo dije, que Puebla era plaza de LNBP y para grandes eventos, en Lobos BUAP nos trataron bien, buenas instalaciones. Sin duda se extraña mucho”.
Al término de la Temporada 2004, Lobos BUAP cerró las puertas del profesionalismo al deporte ráfaga. Los motivos, varios, pero entre patrocinios comerciales, los malos resultados, la falta de aficionados y el interés de la Benemérita por centrar su presupuesto hacia otros enfoques, terminaron por sepultar el proyecto.
Algunos de los integrantes del plantel como Maurice Bell, Bryan Collins, Obadiah Harris, Mohamed Hardona y PeeWee Washington (todos estadounidenses) vieron en Lobos Plateados su último tren como profesionales. Otros más, emigraron a equipos de México, Argentina, Estados Unidos y Puerto Rico.
Marco Verdejo se retiró como profesional a los 30 años en el Cosmos de Tijuana. Actualmente, trabaja en una compañía recolectora de basura y reciclaje en San Diego, California; es padre de familia y juega torneos locales en Baja California “porque uno nunca se puede retirar”. Asimismo, fomenta el deporte a través del básquetbol en los barrios y colonias más peligrosas de Tijuana para evitar que los jóvenes de su natal se refugien en las drogas o se dediquen al narcotráfico.
Lamenta que la BUAP no explote el talento y la infraestructura que una institución de su capacidad tiene en pro del básquetbol, pues desde su perspectiva, en la BUAP se harían cosas importantes por el prestigio de la universidad y porque Puebla es buena plaza.
“En Lobos BUAP se pueden hacer cosas importantes en el básquetbol, se puede trabajar con los jóvenes universitarios y hacer un equipo digno de la universidad empezando desde fuerzas básicas y llevarlos con una ideología y mentalidad ganadora como se hace en mi estado, en mi colonia, para combatir el narcotráfico, drogas y malas compañías”, finalizó.
De momento, el mote de Lobos se mantiene para todos los equipos que representan a la BUAP en competencias deportivas, pero en la rama del profesionalismo, solo queda el recuerdo (muy fresco) de lo que pasó con el equipo de fútbol varonil y femenil y su paso por Liga y Ascenso MX. Pero esa es harina de otro costal.
En materia de básquetbol, poco o nada se ha hecho por retomar la fuerza que se tuvo en el ya lejano 2004. Se han desperdiciado 15 años para crear programas que, si bien no compitan, sí se asemejen en calidad a lo que ofrecen otras instituciones poblanas como UPAEP, UMAD, UDLAP o el ITESM.
La BUAP no compite. Tiene un mar de oportunidades, pero en la historia reciente ha sido “secuestrada” por personas que ven al deporte como un trampolín para colarse en la burocracia universitaria, el resto no les interesa en lo absoluto.
¿Será posible que algún día veamos el retorno de los Lobos Plateados de la BUAP? Al parecer no. ¿Por qué? Porque a nadie le interesa.
Comments