Los Brooklyn Nets son un enigma. Yo fui de los primeros en subirme al barco del súper equipo, no lo voy a negar… pero cuando el súper equipo era comandado por Kyrie Irving y Kevin Durant. Y no comencemos a mal interpretar tan pronto, porque yo no estoy en contra del cúmulo de súper estrellas, sino de las destrucciones de los conjuntos que sí cumplen el concepto de equipo por sólo querer ganar todo de prisa y no trascender verdaderamente. Para mí, los residentes del Barclays Center eran un candidato real; ahora, no sé si lo que tengan en sus cuarteles es material suficiente para pensar siquiera en el título de conferencia.
En principio, aclaro, no vengo a resolver ni a desenmascarar el problema, sino a hacer más presente para todos lo que está sucediendo en el combinado del novato Steve Nash. Primeramente, el problema actual no es en su totalidad de él, sino de una directiva que le urge ganar, tomar Nueva York y luego ya pensar en el futuro. Como bien sabemos, no solo fueron Jarret Allen y Caris Levert, sino también un sinfín de selecciones de draftque comprometieron los próximos años de la franquicia en caso de que este tridente no cumpla las expectativas. Ello pensábamos que sería el gran problema, pero la realidad es que uno más grande ya ataca a la quinteta en la duela.
Si vamos nombre por nombre, la rotación que tiene Brooklyn no se le acerca ni siquiera un poco a la que tenía antes de Harden y tampoco a lo que creó Kenny Atkinson. De inicio, eso ya es grave para cualquiera porque en cuanto desaparece una figura, el cuerpo técnico no tiene con que sustituirla. Claro, a un momento puede llegar una luz salvadora, pero esa no va a ser una constante y a la larga causará estragos.
¿Y por qué es clave eso de la rotación? Si empezamos por el “Big Three”, su registro en este momento es de dos victorias y una derrota, además de solamente sumar 95 minutos disputados juntos. De ahí, es imposible pedir que todos funcionen al máximo nivel y mucho menos cuando todavía se están decidiendo los roles de cada uno, especialmente el de Harden, quien aún luce descompuesto cuando el trío esta sobre la madera. Después, se añade el tema defensivo, ni Kyrie ni Harden son reconocidos por méritos de detención y, si volteamos al resto, solo Durant y DeAndre Jordan –este más por su carrera que presente- pueden llenar un poco ese hueco. Un hueco que ha quedado totalmente expuesto hasta ahora siendo uno de los peores equipos al fondo con un rating de 113.1 puntos encajados por cada 100 posesiones, la sexta peor marca de toda la NBA.
Fue hasta el día de ayer que por primera vez dejaron a un equipo por debajo de los 100 puntos (86), pero habrá que considerar que también fue ante un Miami Heat lleno de ausencias y que les peleó hasta los últimos diez minutos del encuentro. Incluso, esto después de que un juego antes Bam Adebayo hiciera estragos su muro para convertirse en el segundo jugador de la organización en tener una noche de 40 puntos o más antes de cumplir 24 años (el otro fue Dwyane Wade).
Así, al no tener los cambios, es claro que hace falta un protector del aro y que pueda competir con el estilo del pívot moderno porque hoy, poner a los hombres altos de los Nets contra un Joel Embiid, un Antetokounmpo o el mismo Adebayo, no tiene ni por dónde descubrir el buen camino. A su vez, teniendo a Spencer Dinwiddie lesionado, falta ese perimetral que pueda acompañar la defensa de Durant estando o no al mismo tiempo. En lo personal, como saltaba el rumor, para mí Kevin Love no es la respuesta y tampoco tiene muchas opciones de donde partir Sean Marks para un intercambio de esa altura; incluyamos que las piezas disponibles en el mercado tampoco son de lo más alentadoras para adquirir.
Los Nets están en un serio problema y convertir de la noche a la mañana a Kyrie y Harden en defensores no es una opción factible. Al momento, habrá que pensar que gracias a ellos se tienen las victorias contra el Heat, pero la realidad es que Steve Nash tiene un reto gigantesco por delante, ya que, después de ser candidateado a uno de los mejores grupos del año, hoy están lejos de ser un verdadero rival y el tiempo no luce como un amigo.
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